Teniendo en cuenta que cuando hablamos de ansiedad nos podemos referir a un amplio espectro de estados anímicos, algunos de ellos graves y patológicos, y que no conviene frivolizar con ello porque se sufre mucho, sí que podemos afirmar que se puede afrontar la ansiedad de “andar por casa” con unas cuantas herramientas fáciles y sencillas y con una adecuada actitud psicológica. Pero ¿estamos dispuestos a cambiar nuestros esquemas mentales? O, queremos cambiar sin que nada cambie en nosotros. La ansiedad es un estado de tensión emocional que se asemeja mucho y, a veces, se confunde con el estrés crónico. Nos desconecta del fluir armónico con la vida y del equilibrio de nuestro cuerpo con la mente y las emociones. Y en ese sentido, las técnicas que nos conectan con el presente, con el cuerpo y con la atención consciente nos facilitan el retorno a la presencia olvidada. La presencia como conexión con nuestra verdadera naturaleza esencial. El contacto con el ser-consciencia que somos y el Ser-Consciente que nos rodea y nos nutre.

La práctica diaria de ejercicios de presencia, cambia nuestros hábitos y nuestros patrones psicológicos, equilibra nuestro sistema nervioso y pacifica la mente. Requiere paciencia, constancia y una práctica continuada… sin ansiedad.

Como son miles los libros sobre la ansiedad y el estrés, más que teorizar o aconsejar, es mucho más útil y efectivo la práctica de alguna técnica de relajación. La relajación favorece el flujo de endorfinas y, por lo tanto, la sensación de bienestar y felicidad. La práctica de la respiración consciente es muy útil. Sí, la felicidad se puede sentir respirando conscientemente, la felicidad se respira.

Práctica de Relajación:

Sentado en una posición cómoda y con la espalda erguida sin forzar la postura, anteponer la exhalación a la inhalación, porque la respiración, para relajar el cuerpo comienza por una espiración y no una inspiración.

Primero exhalar, aflojarse y a continuación inhalar espontáneamente. Es conveniente dejar que el aire salga por la boca, como en un suspiro, pero sin forzar la salida, sin soplar el aire. De esa manera la exhalación prolongada, lenta, sin prisas, dejándose vaciar de aire, estimula el principal nervio relajador del cuerpo: el nervio vago.

Y estar así, apaciblemente unos minutos, con la atención centrada en el cuerpo, en que se vayan poco a poco aflojando las tensiones corporales, sin prisa. Sólo vaciarse dejando de prestar atención a las imágenes mentales y el ruido de los pensamientos.

La atención en soltar el aire placenteramente, e inspirar como si una ola de energía te visitara.

Puedes usar una imagen mental, como si tu cuerpo fuese una playa que es visitada por las olas del océano de la vida. Y al inspirar, la ola de la inspiración te trae vitalidad, energía, ánimo y al expulsar, la ola de la expiración se lleva la tensión, el estrés, el cansancio…

Y sigues así unos minutos con la atención en la sensación corporal, desentendiéndote del ruido

de la cabeza/mente, soltando, vaciándote de tensión y dejándote llenar de energía positiva, aprendiendo a resonar con el presente.

Alguien dijo alguna vez que ser feliz es una cuestión de resonancia. Prueba y

experimenta. No pierdes nada.